Habla con un experto en purificación de humos de soldadura
La exposición a partículas metálicas y humos de soldadura no ocurre solo en el taller. Se da en toda la planta —y avanza poco a poco—. Así es como sucede:
- Empieza en el aire.
El polvo metálico, los vapores y los humos de soldadura se liberan en el taller. Son invisibles, pero se inhalan y se absorben de inmediato. - Se pega a todo.
Ropa, piel, cabello… Viaja contigo fuera del taller. Contamina vestuarios, comedores, vehículos y todo lo que debería ser seguro. - Llega más lejos de lo que imaginas.
Las partículas metálicas finas no se quedan en el suelo del taller. Se desplazan hacia oficinas, pasillos y zonas comunes, afectando a personas en espacios que normalmente no se miden ni se controlan. - Se acumula en el cuerpo.
Pulmones, torrente sanguíneo, cerebro. El daño se agrava con el tiempo, incluso mucho después de terminar la jornada. Enfermedades respiratorias, deterioro neurológico y patologías crónicas son el precio invisible de esta exposición a humos metálicos.






